NUEVA ORLEANS: La conjura de los necios (John Kennedy Toole)

Para este asiento he escogido una de las novelas más divertidas y delirantes que he leído: La conjura de los necios de John Kennedy Toole, ambientada en Nueva Orleans, una ciudad fascinante de Estados Unidos que me gustaría visitar, ya que es famosa por la música de jazz, sus carnavales, su ambiente nocturno, los curiosos cementerios y funerales y la práctica de la santería, lo que en conjunto hace que sea un lugar muy singular para cualquier viajero.

 

PORTADA LA CONJURA DE LOS NECIOS JOHN KENNEDY TOOLE

 

TÍTULO: La conjura de los necios

AUTOR: John Kennedy Toole

EDITORIAL: Anagrama

Nº DE PÁGINAS: 392

ISBN: 9788433930149

La historia que rodea a la publicación de esta novela es curiosa. La madre del autor encontró una copia en papel carbón después del suicidio de su hijo en 1969. Durante varios años trató de conseguir su publicación enviándola a multitud de editoriales, hasta que finalmente se publicó en 1980. La novela fue un bombazo editorial e incluso ganó el Premio Pulitzer en 1981.

He leído esta novela tres veces y en cada ocasión, las sensaciones que he tenido han sido diferentes. Las dos primeras veces me pareció divertidísima y el protagonista, Ignatius Reilly, un ser aborrecible. Esta vez he sentido más simpatía hacia Ignatius y la novela me ha parecido menos divertida y más ácida y, sobre todo, es una dura crítica a la sociedad americana.

En cualquier libro nos sentimos en parte identificados con sus protagonistas, porque les admiramos, comprendemos o nos ponemos en su lugar. Sin embargo, en este caso, Ignatius Reilly, es un auténtico anti-héroe: egoísta, glotón, soez, políticamente incorrecto, soberbio, vago, inútil para la vida, sucio y un largo etcétera de «cualidades».  Tiene 30 años y todavía vive con su madre en una destartalada casa en los suburbios de Nueva Orleans. Ha estudiado en la Universidad con gran esfuerzo de su progenitora, pero es incapaz de trabajar en nada. Pasa gran parte de su tiempo tumbado en la cama, escribiendo sus absurdas teorías sobre el mundo en unos cuadernos que desparrama por el suelo y se alimenta de ingentes cantidades de comida basura.

Ignatius es un ser completamente anacrónico (su modelo es Boecio, filósofo romano del siglo I). Por el contrario, siente un gran desprecio por la sociedad en la que le ha tocado vivir, como se refleja en alguna de las demoledoras frases que vierte en sus cuadernos:

«Habría que imponer un régimen de fuerza en este país para impedir que se destruya a sí mismo. Los Estados Unidos necesitan teología y geometría, necesitan buen gusto y decencia. Sospecho que  estamos tambaleándonos al borde del abismo».

El autor también critica, a través de Ignatius, los símbolos de la sociedad americana, como el río Mississippi o la literatura de Mark Twain:

«En realidad el río Mississippi es una masa de agua siniestra y  traicionera cuyos remolinos y corrientes se llevan anualmente muchas vidas. No he conocido a nadie que se hubiera aventurado a introducir siquiera la punta del pie en sus asquerosas aguas contaminadas, en las que bullen heces, residuos industriales y mortíferos insecticidas. Hasta los peces se están muriendo. En consecuencia, el Mississippi como Padre-Dios-Moisés-Papi-Falo-Pa es un símbolo totalmente falso, creado, imagino, por el funesto farsante llamado Mark Twain».

Tras una serie de desafortunadas y divertidísimas peripecias protagonizadas por Ignatius y su madre, aquél se ve obligado a empezar a trabajar: primero, en una fábrica de pantalones y luego como vendedor ambulante de salchichas, lo cual da lugar a situaciones delirantes. Ignatius está convencido de que la «Rueda de la Fortuna» le está arrastrando hacia el abismo.

Como trabajador es un desastre, a pesar de que sus jefes inicialmente quedan impresionados por su verborrea y su personalidad. Es genial la frase que escribe en sus cuadernos justificando el llegar tarde al trabajo (conozco algunas personas que la suscribirían íntegramente):

«He dado en llegar a la oficina una hora más tarde de lo que allí se me espera. En consecuencia, me encuentro muchísimo más reposado y fresco cuando llego, y evito esa primera hora lúgubre de la jornada laboral en la que los sentidos y el cuerpo entorpecidos aún por el sueño convierten cualquier tarea en una penitencia. Considero que, al llegar más tarde, mejora notablemente la calidad del trabajo que realizo».

Sin embargo, no todo gira en torno a Ignatius. Hay otros personajes disparatados e inolvidables: Irene Reilly, la madre, desesperada con su hijo, que encuentra refugio en la bebida; Myrna Minkoff, la novia revolucionaria de Ignatius; el patrullero Mancuso, al que el jefe de policía le obliga a disfrazarse cada día de la forma más absurda; Lana Lee, la dueña de un bar de  mala muerte, que se dedica a negocios sucios; Darlene, la camarera corta de luces que sólo aspira a hacer un número de striptease con un pájaro; la señorita Trixie, una pobre anciana a la que no dejan jubilarse, …

De todos estos personajes, destaca el de Jones, un joven negro, descarado y graciosísimo, que es el que utiliza el autor para las frases más demoledoras del libro, criticando el racismo persistente en la sociedad americana:

  • «Si, me encontrao un trabajo de negro y un salario de negro. Ahora soy un auténtico miembro de la comunidá. Ahora soy un negro real no un vagabundo. Sólo un negro».
  • «Si, y también hay muchos chicos de coló que se hacen vagabundos cuando ven los salarios que ofrece la gente. A veces, pienso que pá un negro es mejó sé vagabundo».
  • «Esto es la esclavitud moderna. Si lo dejo, me denuncian por vagabundo. Si me quedo, tengo un empleo remunerao con un sueldo que ni siquiera se aproxima al salario mínimo».
  • «Creo que la gente de coló lleva en la sangre lo de barré y limpiá el polvo. Para la gente de coló es ya como comé y respirá. Estoy seguro de que si le das a un niñito de coló de un año una escoba empezará a barré hasta romperse el culo»

El desenlace de la novela es sorprendente y muy divertido, pero sobre todo, deja una visión inolvidable de Nueva Orleans y su zona más turística y conocida: el Barrio Francés y la famosísima calle Bourbon, donde están casi todos los bares y locales de Jazz. Como comenta el autor en la novela: «Esto es lo maravilloso de Nueva Orleans. Puedes disfrazarte y organizar un baile de carnaval cualquier día del año. Hay veces que el Barrio Francés es como un gran baile de disfraces. A veces, no puede uno distinguir a los amigos de los enemigos». 

Me ha costado encontrar un video en español sobre Nueva Orleans. En este que incluyo se habla no sólo de sus principales atractivos,  sino también de los devastadores efectos del huracán Katrina, que destruyó gran parte de la ciudad en 2005.

6 comentarios en “NUEVA ORLEANS: La conjura de los necios (John Kennedy Toole)

    • Muchas gracias Maura por la información, porque me parece muy interesante. Intentaré acercarme ese día porque puede ser divertido y además es una oportunidad para conocer aspectos inéditos de la obra, de su autor y de Nueva Orleans.

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    • Tienes razón. Lo pasaríamos genial juntos en Nueva Orleans. No me quiero ni imaginar los comentarios de Carlos en el típico entierro con las carrozas, los caballos y la banda de música.

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  1. Hace muchos años que leí La Conjura de los Necios y recuerdo que al principio me produjo una extraordinaria fascinación y me pareció un auténtico descubrimiento literario, y que más tarde me desencantó como pasa cuando el lector piensa que el autor, fascinado con su fórmula mágica, acaba abusando de ella, y que hubiera hecho mejor rematando el libro antes de dejar surgir ese desencanto.

    Por lo demás yo soy uno de los muchos que sentimos nostalgia por una Nueva Orleans en la que hemos estado sólo a través del cine y las novelas.

    En todo caso la vinculación novela-ciudad no puede ser más grande. Bien escogida, enhorabuena por ello, por el brillante comentario y por el acompañamiento visual.

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    • Muchas gracias una vez más por tu inteligente comentario. Me gusta ver que muchos de los libros que selecciono los has leído y puedes aportar una visión diferente de la mía, ayudándome de esta forma a enriquecer el blog. Nunca se sabe, quizá algún día tengamos la oportunidad de conocer Nueva Orleans.

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